Transformació 32: Tenorio

Per la Júlia


(Una sala confortable, barroca, con un diván. Doña Inés, sentada,vestida de blanco virginal. A sus pies, arrodillado, don Juan. Una luz cenital entra por la ventana, grande, con parteluz, que deja ver, a lo lejos, el río y la Giralda. Se oye, a lo lejos, un coro de monjas entonando el miserere).


Don Juan (con impaciencia):
¿No es verdad àngel de amor
que poco dura la vida,
que aún siendo un gran pecador
acaba siendo aburrida?
Nace el niño y llora ya
Pues percibe entre la brisa
Olor a muerte y se va
De su rostro, la sonrisa...

Doña Inés (tímida, pero resuelta):
Don Juan, don Juan,yo te imploro
piedad para mi pasión,
no soy niña y ya no lloro
el olor de corrupción.

Don Juan (conmovido):
Pues la costumbre, angel mío,
oculta ese mal olor,
y creemos que es el río
el culpable del hedor.
Mas ay, no es así, en Sevilla
No huele el Guadalquivir...
Amémonos, que la vida,
Como un río, ha de morir!


(Don Juan y Doña Inés se abrazan, cesa el coro de monjas y se escucha, a lo lejos, una cuña publicitaria de radio teletaxi, telón).